La neuralgia clásica, esencial o primaria del trigémino es una enfermedad altamente discapacitante consistente en episodios de dolor muy intenso en zonas precisas de la cara, generalmente desencadenados por un estímulo (comer, hablar, frío), de causa incierta, con una frecuencia de aparición estimada de una cada 25.000 personas al año, aunque posiblemente esta incidencia sea mayor debido a errores diagnósticos. Es un poco más frecuente en mujeres que en hombres, y es rara en su forma primaria en menores de 40 años.
A la neuralgia del trigémino también se le llama “enfermedad suicida”, debido al gran número de pacientes que se suicidaban por la imposibilidad de soportar el dolor antes de que aparecieran medios de tratamiento eficaces, como los actuales.
Debe sospecharse una neuralgia secundaria del trigémino en pacientes menores de 40 años, en casos de dolor bilateral, que afecten a V1 o que se acompañen de déficits neurológicos.
Sus síntomas son cuadros de dolor intenso paroxísticos o repentinos, que afectan siempre a la misma zona de la cara, que se definen como “calambrazo eléctricos” altamente invalidantes, que se provocan por cosas tan habituales como hablar o comer y que obligan a quien lo sufre a no hablar, no comer o mostrar una cara inexpresiva ante el temor de que el más leve movimiento de la cara les provoque una descarga dolorosa. Estas crisis dolorosas, en su forma típica, afectan a un lado de la cara y a la misma zona facial, de duración variable, pero pueden repetirse cientos de veces en un día.
Puede haber remisiones espontáneas que pueden durar meses e incluso años.
Su tratamiento inicial es médico, considerándose una buena respuesta a la carbamacepina un criterio casi diagnóstico de la neuralgia típica. Lamentablemente pueden aparecer intolerancias a la carbamacepina o una progresión del dolor a pesar de una buena respuesta inicial, lo cual es bastante habitual, comenzando con las mezclas de medicamentos (se añade pregabalina, gabapentina, otros antiepilépticos, antidepresivos) e incluso opiáceos. En este punto se puede hablar de fracaso de tratamiento médico, y debe plantearse un tratamiento quirúrgico.
El tratamiento de las neuralgias atípicas y de las secundarias (por ejemplo, a la esclerosis múltiple) es más controvertido y precisa un abordaje aún más individualizado.
El tratamiento inicial de la neuralgia del trigémino es médico (carmamacepina, habitualmente), dado que puede haber remisiones espontáneas que duren meses e incluso años. Cuando fracasa el tratamiento médico (persiste el dolor a pesar de la toma de múltiples medicamentos), se aconseja el tratamiento quirúrgico. Este tratamiento quirúrgico puede ser de tres tipos:
Cada una tiene ventajas e inconvenientes, pero resumiendo: La que tiene mayores posibilidades de éxito es la descompresión microvascular, pero es la que más complicaciones y más graves puede tener. Las menos invasivas son la radiocirugía y al abordaje percutáneo al ganglio de Gasser, pero esta última sólo provoca un alivio temporal, por lo que la repetición de sesiones aumenta el riesgo de complicaciones, y la radiocirugía no está exenta de riesgos, tiene un periodo de cadencia (tarda en ser efectiva) entre 9 meses y 1 año y se desconoce su efectividad a largo plazo.
En general se aconseja a pacientes que no tienen contraindicaciones quirúrgicas, independientemente de su edad, la la descompresión microvascular como método más definitivo, si bien cada caso debe ser individualizado por un neurocirujano conocedor de todas las técnicas.